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En esta ocasión LA ESCUELA DE LA ESCUCHA se realizó con la Escuela de Artes Jalisco y el DIF. Se visitaron tres locaciones: San Andrés, Colonia del Fresno y Santa Tere. Interactuamos con las niñas y niños de tres centros comunitarios pertenecientes a distintos barrios. En está ocasión, trabajamos con la escucha de sonido naturales grabados y de los alrededores. Cómo práctica se realizó escritura, dibujo y una colección de objetos encontrados en las inmediaciones de cada uno de los centros.

En este transitar por diferentes, medios, materiales y actividades, intentamos reconocer la identidad del barrio: los sonidos, los colores los sabores que lo envuelven. Cada uno de los tres talleres, fue único gracias a que los niños y niñas aunque viven en una misma ciudad tienen contextos diferentes. Las edades fluctuaron bastante y tuvimos además una población flotante que se nos unió de otros talleres que estaban ocurriendo en los centros del DIF.

Está página electrónica funciona como un repositorio que contiene la energía creativa de más de 60 niñas y niños que participaron en los talleres. Sin lugar a equivocarme se escapan muchos detalles y momentos que quedaran en los espacios que visitamos como un algo efímero.

SAN ANDRÉS, SE ACUESTAN DOS Y AMANECEN TRES

Disfruto mucho ese ejercicio de dibujar personajes desconocidos, esos personajes que de manera cotidiana nombramos, pero que no les ponemos un rostro. Unos días antes de llegar al primer taller, me encontré con el cronista David Izazaga, quien contaba que algo sobre el barrio de San Andrés, a raíz de una crónica realizada por una de sus alumnas. David dijo «San Andrés, donde duermen dos y amanecen tres», entonces, esa idea quedó orbitando en mi mente. Cuando les pregunté a las niñas y a los niños sobre su barrio, un niño mencionó nuevamente la frase. Dibujamos San Andrés (así es, al santo): algunos hicieron rostros, otros dibujaron la iglesia y hasta la calle que lleva dicho nombre. SAN ANDRÉS, me conecta con mi infancia de una manera muy particular. Recuerdo el extinto Banco Serfín en una de las esquinas de la plaza donde mi madre cambiaba su cheque cada quincena. Los sonidos y los sabores de SANA (como le decíamos con cariño) me llevan a recordar Lonches Rubén, donde muchas ocasiones llegamos a comer y aún sirven su especialidad: lonche de milanesa de res o pollo con su característica plasta de crema sobre el birote. Me gusta pensar que si uno se va, en realidad, uno siempre, de alguna manera, tiene algo que lo regresa a San Andrés.

Jugamos futbol, corrimos, hicimos un mural con gises de colores, un tejido con estambre que atravesamos sin tocar las cuerdas y una colección de objetos encapsulada en esferas de plástico. En ese museo colectivo reconocimos rasgos de la naturaleza, huellas que va dejando la actividad humana e incluso lo más asombroso fue encontrar el cráneo de un gato… ¡WOW! O MIAU, mejor dicho, porque también jugamos con las onomatopeyas.

COLONIA DEL FRESNO

Escribimos historias sobre los animales, comimos sandwiches de helado, pintamos con acuarelas y dibujamos mucho. También conocimos los poderes de algunas plantas e imaginamos a las personas que toman clase de natación (no las pudimos ver, sólo escuchamos sus voces y el contacto con el agua).

COLONIA AMÉRICANA

Dibujamos, corrimos en el sitio, escuchamos silbatos de barro y algunos mamíferos marinos. En momentos de silencio dedicamos a escuchar a los pájaros e incluso hicimos un nido de las aves que escuchamos.

Ejecución del taller, registro y documentación por: Yair López y María Peligro 2022